¿Cómo afrontar y gestionar el hambre emocional?

La semana pasada hablábamos sobre las emociones y la comida: ¿Cómo se relacionan? ¿Por qué comemos sin hambre y con ansiedad?

Llegamos a la conclusión de que nuestro deseo por comer puede estar asociado a una inadecuada gestión de las emociones. Como resultado, la comida suele hacer la función de regulador emocional, nos permite desahogarnos, nos “anestesia” del dolor y alivia la ansiedad. Con el tiempo, esta respuesta (una emoción negativa conlleva la necesidad de comer) se convierte en un hábito y se establece en nuestra vida diaria como una válvula de escape.

Hoy aprenderemos a afrontar y gestionar el «hambre emocional»:

1.El primer paso es diferenciar la necesidad de comer por hambre y el deseo de comer para sentirnos mejor emocionalmente:hambre-real-hambre-emocional

2.Analiza la situación: ¿Qué sientes? ¿Qué emoción estás sintiendo? ¿De verdad tienes hambre? ¿Qué ha pasado para qué te sientas mal? ¿Puedes hacer otra cosa para sentirte mejor que no sea comer? ¿Comer hará que el malestar desaparezca? Intenta “discutir” contigo mismo/a y racionalizar lo que te ocurre, como si estuvieses hablando con un amigo/a. Si podemos empezar a pensar de forma objetiva en esos momentos será mucho más fácil cortar el círculo vicioso y abandonar el hábito de comer automáticamente cuando nos sentimos mal.

3. Aprender a gestionar adecuadamente las emociones: es fundamental aprender a sentir, experimentar y aceptar todas las emociones . Nos han enseñado que debemos estar siempre felices y sentirnos bien, que la “debilidad” y la tristeza no tiene lugar. Sin embargo, no nos han enseñado que sentir emociones desagradables también está bien, y además es muy necesario. Si intentamos reprimir o evitar esas emociones siempre nos perseguirán y nos harán sufrir. De hecho, aparecerán en otro momento con mucha más fuerza y malestar.

4. ¿Qué hacemos cuando nos sentimos mal? NADA. Nada que tenga que ver con dejar de sentir esas emociones, evitarlas o intentar suprimirlas. Todos tenemos la capacidad innata de afrontar los momentos negativos, el dolor y la tristeza. Todos podemos aprender a digerir las emociones desagradables. ¿Qué puedo hacer cuando me siento mal? Tumbarte, respirar y escucharte. Seguramente no tendrás hambre (hambre real), así que céntrate en sentir las emociones tal y como vienen, no hagas nada por luchar contra ellas. Como si se tratase de una canción, siente, escucha y deja que se vaya cuando sea el momento (el malestar y la ansiedad disminuirán poco a poco).

5. La comida es parte de nuestra actitud ante la vida y los problemas: es un recurso con el que nos protegemos, una vía de escape que justificamos constantemente (“mi vida es una mierda”, “todo me sale mal”, etc.). Posiblemente pienses que nada tiene solución y que tu no puedes hacer nada por cambiar lo que te ocurre. Pero… ¿Quién va a cambiarlo si no eres tú? ¿No será mejor empezar a ocuparte de esos problemas que tanto te preocupan? Puede que estés en un mal momento, pero siempre hay otras formas de afrontar la realidad y, sobre todo, encontrar soluciones. “Ocuparse en vez de preocuparse”.

 

«Por tu salud, por tu bienestar, por ti».
lapsicologiasindivan@gmail.com

 


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